jueves, 30 de junio de 2016

Quiero y no puedo.

Echo de menos mi lado pesimista, aunque realmente nunca me abandone del todo. Pero si, ya empiezo a echar en falta su presencia, está como ausente, eclipsado por mi lado sudapollista y liberal que más que restarle peso a las cuestiones del alma, ha aprendido a convivir con las cargas que generan. Acumulando putadas y encajando crochés emocionales con una sonrisa indiferente y una mirada apática.
Hoy me apetece enfadarme con el mundo, enfadarme contigo. Me apetece escuchar poemas deprimentes de Hasel y odiarte muy fuerte, frustrarme y gritarte: "ya no, ya no vuelvas" hasta quedarme sin voz y compartir la injusta incomprensión con Pablo.
Me apetece llorar hasta tarde y escribirte afilados versos a despecho como venganza. Pero no puedo. Sinceramente me das igual aunque, como dije antes, me gustaría poder odiarte de nuevo.
Estoy inmunizado contra falsas ilusiones. Vacunado contra besos en las comisuras, suspiros en los oídos y miradas semieternas. Porque sé que igual que vienen, se van. Porque el candente deseo de hoy, quizá mañana sea un error del ayer.
Supongo que soy como ese capricho que te enamora desde el escaparate, pero que, por alguna desconocida razón, tras comprarlo impulsivamente, aguarda en tu ropero para siempre, como esperando a que sea temporada de abrigarte.
Quisiera odiarte, pero no puedo.
               
                                                       F. Sosa

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