el instinto dominó a la razón,
y el corazón cambió de ritmo.
Dicen que no soy el mismo,
puede que sea cierto.
Pero el aire que respiro,
tampoco sustituye a tu aliento.
Acércate lento, acércate.
Siente lo que siento, siéntate.
Escucha como cae la lluvia afuera,
tan solo ámame y dejemos que el tiempo muera.
Que se pudra bajo tierra el más cruel dictador.
Pon remedio a mi guerra interna, alivia el dolor.
Que no hay color que describa la inocencia de tus ojos,
el reflejo de tu mirada, cautiva tras mil cerrojos.
Fabián Sosa
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